domingo, 25 de abril de 2010

Pacheco y Krauze, dos buenas noticias

No nos sorprendamos por los resultados de la prueba Enlace que en todo el país examina el nivel de conocimientos de los alumnos de educación básica. Menos nos rasguemos las vestiduras ni gritemos escandalizados por la ignorancia de niños y adolescentes en materias tan elementales como matemáticas, español o historia. Si a alguien le gana la tentación de echar pestes contra los profesores, los métodos o los contenidos, antes pregúntese si, de haber contestado él el examen, los resultados habrían sido diferentes. Si la pregunta se responde con sinceridad, lo más probable es que ese alguien concluya que, en su caso, la calificación habría sido poco menos que desastrosa, inferior al promedio obtenido nacionalmente. Tampoco se culpe a la maestra Elba Esther Gordillo del estado calamitoso en que se encuentra la educación de la niñez mexicana. Créamelo, el nivel cultural de la dueña del sindicato de maestros no es distinto al de la clase política que nos gobierna. Tómese el caso de cualquiera de nuestros gobernadores, de un senador, un diputado federal o local, un alto funcionario federal o estatal o un alcalde, y al instante comprobará que la prueba Enlace resultaría para ellos un examen difícil de aprobar. Si, no obstante lo dicho, ese alguien se atreviera a fustigar la pereza intelectual de los profesores y la irresponsabilidad de los padres de familia en la educación de los hijos, antes fíjese en el lenguaje de los periodistas y pregúntese si los llamados “comunicadores” alcanzan el mínimo de conocimientos en álgebra, geografía o civismo. Si no le bastara esta observación cuyos resultados están a la vista, tome entre sus manos un periódico importante (Reforma, La jornada, El universal, Milenio, Excélsior) y lea los análisis y reflexiones de críticos y articulistas, y luego concluya si la mayoría de ellos obtendría una calificación notoriamente distinta a la del promedio nacional de la prueba Enlace.
Los medios masivos impresos y electrónicos destacan en sus noticias principales la detención del narcotraficante José Gerardo Álvarez, alias “El indio”, y la secuela de afirmaciones, dudas y sospechas acerca de si la ex miss universo 1996, la venezolana Alicia Machado, tuvo una relación sentimental con el criminal y si de tan espectacular amorío nació una niña. Los mismos medios destacan hoy sábado los enfrentamientos entre sicarios y policías, el atentado contra la titular de la secretaría de seguridad pública de Michoacán, la ejecución de policías en Ciudad Juárez y en Nuevo León. De manera también destacada se muestra la noticia del “retiro” (sic) del golf de Lorena Ochoa y alguna información sobre la postura de El Vaticano sobre los escándalos de pederastia. Sin embargo (excepción hecha de La jornada, que publica una fotografía de buen tamaño en su portada), los demás periódicos y medios televisivos han difundido con escasa relevancia la que es la noticia más importante en nuestro país en muchos años, la del premio Cervantes otorgado al poeta mexicano José Emilio Pacheco. En un recuadro casi insignificante, algunos medios muestran la fotografía en que aparece el historiador Enrique Krauze y el presidente Calderón en el acto de presentación de una obra excepcional: Historia de México, escrita por miembros distinguidos de la Academia Mexicana de Historia. Excepción hecha de La jornada, que no dio importancia a este hecho cultural de indiscutible valía intelectual, los demás medios apenas si lo murmuran, y mucho me temo que su publicación sea porque en la presentación de tan importante obra intelectual estuvo el presidente Calderón.
El poeta, narrador, crítico literario y excelente ser humano José Emilio Pacheco recibió de manos del rey de España el premio Cervantes de Literatura. Antes que Pacheco lo recibieron los mexicanos Octavio Paz (1981), Carlos Fuentes (1987) y Sergio Pitol (2005). Es el más importante premio de literatura de nuestra lengua. El premio ha sido otorgado a escritores de la talla de Borges, Carpentier, Onetti, Alberti, Sábato, María Zambrano, Roa Bastos, Francisco Ayala, Delibes, Vargas Llosa, Cabrera Infante y otros literatos excepcionales. Que el premio Cervantes de Literatura le sea concedido a un poeta es una gran noticia; que se concediera a un mexicano es oro molido en este país de ejecuciones y reprobaciones educativas. Sin embargo, los medios masivos han destinado mucho más tiempo, espacio y comentarios al narcotraficante apodado “El indio” y a la modelo Alicia Machado. De modo, pues, que nadie tiene motivo bastante para escandalizarse por los resultados de la prueba Enlace.
La novelista Doris Lessing (premio Nobel de literatura 2007) subraya la utilidad de la literatura y de la historia en el conocimiento de la condición humana y del mundo. Si hacemos caso de la propuesta de George Steiner, podríamos agregar la educación musicial. De un modo más certero y más bello que el de Lessing, otros grandes escritores han exaltado la importancia de la literatura y la historia en la formación de seres humanos más completos y felices. Cito a Lessing porque usa la palabra “utilidad”. Leer, lo sabemos, es un placer que no tiene genéricos ni similares. Pero –decía Primo Levi– cuando leemos literatura siempre llevamos la intención de aprender algo y de ser mejores personas. Si de buena poesía se trata, hay que leerla en voz alta. Ya no se lee habladamente. Los profesores no lo hacen ante sus alumnos y no recomiendan que esta práctica se lleve a cabo en casa: se aprende a leer y se aprende a hablar. En verso o en prosa, a José Emilio Pacheco es mejor leerlo hablándolo. Nunca olvidaré a mi profesor de literatura española de tercero de secundaria cuando nos leía trozos de El Quijote; la risa y el llanto le ganaban y jamás terminaba de leer el párrafo o el diálogo completo; era tal su carcajeo que casi se asfixiaba, y se veía en la necesidad de salir del salón a tomar un poco de aire; regresaba al aula y vuelta a empezar la lectura, peroel efecto era el mismo: el rojo púrpura intensificaba su profundidad en un rostro incapaz de contener la risa. El resultado fue que nos inectó el virus de la curiosidad: nos vimos forzados a leer El Quijote para indagar qué le causaba tanta risa a nuestro profesor y cerciorar los finales que él nunca pudo concluir. Creo que fue Georges Bataille el escritor que, recordando una tradición egipcia, decía que la entonación justa de la voz es la condición previa a la enunciación de toda verdad. ¿Como entender en esta época de correos electrónicos y mensajes de texto la supuesta risa de ja ja ja, si no la vemos ni la oímos? La risa y la poesía son sonoras o no son ni risa ni poesía.
¿Tenemos conciencia de la importancia intelectual, cultural y educativa que tienen para México José Emilio Pacheco y Enrique Krauze? Parece que no. Así, por tanto, no se vea en los resultados de la prueba Enlace un desastre ocurrido en un país remoto.

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