miércoles, 19 de octubre de 2011

¿Puede México salvar a este poeta?

¿En un artículo reciente, generoso y justo a la vez, Enrique Krauze vuelve al tema del poeta Javier Sicilia y su perseverancia a favor de una serie de cambios jurídicos y políticos que contengan el desenfreno de la violencia criminal que se ensaña sobre miles de mexicanos. El artículo lo leí en The New York Times. Es una pregunta: ¿Puede este poeta salvar a México? Krauze tiene el hábito intelectual de la claridad, admirable en un pensador que no se conforma con lo que dicen los hechos (a veces dicen casi nada), sino que, tomados como puntos de partida, busca la verdad y expresa con honradez el resultado de esa búsqueda. Algunos puntos sobre las íes son:
1. La caravana encabezada por el poeta Javier Sicilia es una protesta por la andanada de violencia relacionada con las drogas que le ha costado a México 40 mil muertos y al menos 9 mil desaparecidos;
2. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad es, en el despertar ciudadano, el que ha captado la mayor atención. En sólo cinco meses ha organizado marchas pacíficas a lo largo y ancho de México, agrupando a decenas de miles de personas que de otra forma nunca se habrían atrevido a alzar la voz;
3. El poeta Javier Sicilia ofrece más que solidaridad emocional. El Movimiento tiene ideas concretas sobre cómo ha de transformarse el gobierno, que hasta el momento se ha mostrado incapaz de contener los horrores de estos cinco años de violencia. Se reunió con el presidente Felipe Calderón y con altos funcionarios del Senado y de la Cámara de Diputados. Las reuniones tienen un valor simbólico indiscutible, pero también un significado histórico: la sociedad se agrupa en un movimiento activo contra la violencia;
4. No habíamos visto en México, desde 1968, una movilidad ciudadana tan significativa como simbólica, en la que el gobierno no es organizador, instigador o beneficiario. Ha regresado la verdadera protesta. La gente no le tiene miedo al gobierno a la hora de exigirle al poder que rinda cuentas. La frágil democracia mexicana está logrando progresos;
5. Una atmósfera casi religiosa rodea el Movimiento, y el mensaje de Sicilia tiene fundamentos religiosos directos. Krauze advierte el influjo del Segundo Concilio Vaticano y de su maestro Iván Illich, y lo ve cercano a Tolstoi y a Gandhi;
6. El Movimiento tiene propuestas concretas. Llama a la creación de una comisión de la verdad y la reconciliación y un registro nacional de desaparecidos, pero pone énfasis en la legalización (quieren decir “despenalización”) de las drogas y la reconstrucción del tejido social en los lugares afectados por la “guerra contra el narco”;
7. La presión cívica es un signo de madurez prometedor para nuestra joven democracia y es absolutamente necesaria si queremos dejar atrás nuestros abrumadores niveles de violencia. Primero Colombia y luego España lograron contener la violencia (criminal y terrorista) con un vasto consenso nacional: las multitudes españolas marcharon en las calles para manifestar su rechazo al terrorismo;
8. El punto crítico, el que Sicilia no debe perder de vista, es que su movimiento no puede estar totalmente contra el Estado. Ha de conformar sus ideas y actitudes políticas a las necesidades elementales de éste, ayudarlo a recobrar el monopolio de la fuerza necesaria. Las pandillas criminales que azotan a los estados del norte de México no se conmoverán sólo con el mensaje de Sicilia;
9. El poeta ha desdibujado su pacifismo gandhiano a partir del conocimiento de la crueldad de los criminales, y
10. Sicilia ha adherido a su propuesta fundamental del perdón la de acciones concretas para combatir los males de la violencia criminal.
Creo, por mi parte, que la estrategia del presidente Felipe Calderón nació ciega. Se llevó a cabo sin que el presidente imaginara siquiera las proporciones de la corrupción policial, política y empresarial relacionada con el narcotráfico. Aún hoy, las dimensiones de esa corrupción son ignoradas por los que deciden.
El Movimiento de Sicilia ha venido adquiriendo rasgos más civiles y ha desvanecido con ello la religiosidad de los primeros días. Es una buena señal. El tránsito debe ser más decidido para que los fines no se pierdan de vista. Uno de tales fines es, a mi juicio, restaurar la noción de justicia.
Es mala señal acercarse demasiado a Tolstoi y a Gandhi. Las épocas son completamente diferentes y las doctrinas de ambos tienen una base pantanosa que puede atascar las reformas democráticas.
Cuando le preguntaron al escritor Primo Levi si ya había perdonado a los culpables de Auschwitz, respondió que el problema no era de perdón sino de justicia. En nuestro caso, se comete un grave error al creer que la justicia es solamente de tipo penal. Es urgente una reforma civil a fondo que reduzca las injusticias civiles, mercantiles, bancarias y familiares.
Las ineptitudes gubernamentales son evidentes, pero señalar al Estado como el culpable de la barbarie criminal sólo muestra la irracionalidad política a la que hemos llegado. El efecto de esta irracionalidad puede ser devastador: la antipolítica.
Formulo una pregunta complementaria a la de Krauze: ¿Puede México salvar a este poeta? Es decir, ¿puede la sociedad mexicana salvar su cultura y cuidar lo mejor que tenemos en ciencia, arte, literatura y racionalidad?

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